Tema 5: El corazón y los afectos

Cuando hablamos de “corazón” hablamos del conjunto de sentimientos, emociones y deseos que tenemos en nuestro interior. ¿Y hacia dónde se dirige el corazón?. Hacia la felicidad. Este es el resumen de todos los deseos del corazón.
El corazón tiene unos deseos innatos, que podemos resumir en cinco:
-
El deseo de sentirme querido: desde que nacemos buscamos la seguridad en nuestros seres más cercanos y según vamos creciendo, la necesidad de protección de quienes me cuidan (ya sean padres, abuelos, u otros), se traslada al grupo: buscamos la seguridad en la pertenencia a un grupo de amigos. Toda la vida necesitamos sentirnos seguros y queridos.
-
El deseo de gustar a los demás: “me gusta gustar”. Todos necesitamos sentirnos aceptados. Este deseo me habla de que yo soy valioso y necesito que los demás lo sepan.
-
El deseo de querer a los demás y especialmente el deseo de un amor exclusivo. El amor a alguien (no a algo) es lo más grande y lo que más perfecciona al hombre. Vivir no es meramente sobrevivir, es vivir para alguien. Esto es lo que llamamos donación (entrega de uno mismo) y en esto consiste el amor.
-
El deseo de transmitir vida: este deseo tiene muchas manifestaciones, pero en síntesis es el deseo de “dejar huella”, de construir algo bueno, bello, sentirme responsable de algo, de aportar algo a este mundo.
-
El deseo de Dios: necesitamos que alguien nos ame de modo absoluto. Necesitamos que alguien nos comprenda hasta lo más íntimo. El deseo de un amor que nunca se acabe, que nunca decepciona. El corazón humano está diseñado para la plenitud absoluta del corazón de Dios.
Estos deseos han de estar equilibrados y que nos lleven a salir de nosotros mismos: que nos lleven a la apertura. La felicidad no se consigue en solitario, se consigue abriéndose hacia afuera: abriéndose a los demás. Por eso la actitud que nos ayuda a tener buen corazón es la apertura. Nuestro corazón está hecho para el amor y la clave es salir mucho más de sí mismo. Las personas que tienen buen corazón son más felices. Los sentimientos son un termómetro muy interesante para saber si tengo buen corazón. Por ejemplo, sentirnos mal al mentir, o sentir satisfacción cuando somos sinceros, sentirnos molestos cuando somos desleales, egoístas, o injustos. Eso implica que nuestro corazón “siente” adecuadamente.
Para desarrollar una actitud de apertura, puede ayudarnos:
-
Pensar en lo que necesitan los demás antes que en mis necesidades.
-
Compadecerme de las penas de los demás y evitar la indiferencia.
-
GENEROSIDAD: prestar mis cosas a quien las necesite, dar limosna a alguna buena causa (piensa en el dinero que gastas en ti misma o que tus padres se gastan en ti: ¿no darías una parte?).
-
Generosidad con mi tiempo: acompañar a quien lo necesite.
-
Luchar contra el resentimiento y el rencor ante las ofensas.
-
Rechazar la envidia: a veces nos puede venir la tristeza o los celos por los éxitos de los demás.
-
Aprender a pedir perdón y perdonar; no llegar a perder amistades por no hacerlo.
-
Ante un enfado, una reacción de miedo, o de antipatía ante una persona, pensar el por qué de esa sensación, de modo que puedas superarla; así te conocerás mejor.
-
No usar la amistad con las personas para lograr mis objetivos.